Que damos y a cambio de qué
Aunque suene excesivamente materialista, nada se da nunca a cambio de nada. La naturaleza desde luego no lo hace.
Pondré un ejemplo quizás algo extremo; a las personas a las que le resulta extraño ver a una mujer joven con un hombre maduro y no al revés (mujer madura - hombre joven), las tildamos de machistas. Pero hay un sentido en este modo de pensar. El señor maduro ofrece seguridad y estabilidad a la futura descendencia de la mujer joven y a ella misma. A cambio, ella le “regala” su belleza y juventud. Es un intercambio justo.
La mujer madura, en cambio no precisa seguridad y estabilidad (se supone que ya las ha logrado) para sí y su descendencia, por tanto el hombre joven tiene poco que ofrecerle. Este es el motivo por que el provoca mayor rechazo el segundo caso que el primero.
Pese a que a todos nos gustan las palabras bonitas que expresan sentimientos (amor, fraternidad, compañerismo), en el fondo, la mayor parte de las personas, no entiende que haya alguna relación en la que el intercambio no sea justo.
Estamos programados para que nuestros actos obtengan siempre una recompensa a corto, medio o largo plazo.
En el ámbito empresarial siempre que hacemos algo, debemos valorar la posible contrapartida (que muchas veces no tiene porqué ser monetaria, puede ser en términos sociales, mejora en la relación con clientes, etc)y si estas contrapartidas nos convienen o no. La empresa, al ser un ente altamente competitivo, precisa conocer en todo momento que recibe a cambio de que. Otro planteamiento provocaría su quiebra.
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